Psicólogo y Terapeuta

jueves, 27 de enero de 2011

Testimonios de superación IV: Pablo Pineda. Una vida de éxito con Síndrome de Down



Yo también ‘ es un filme de Antonio Navarro y Álvaro Pastor donde Pablo Pineda es el protagonista masculino. Y porque él lo vale, por su empeño, esfuerzo y un esmerado trabajo, se acaba de llevar en el Festival de San Sebastián la Concha de Plata al mejor actor por este trabajo. A pesar del éxito, Pablo lo que tiene claro es que quiere ejercer una profesión que ayude a la integración de las personas que como él, tienen Síndrome de Down. Es alegre, vital, optimista y afirma con rotundidad estar feliz con su experiencia vital. Aunque disfruta de todo, nunca se conforma y aspira a ampliar sus conocimientos y ayudar a otros chicos como él para que se manejen mejor en la vida y asuman con orgullo su condición.

La lucha y la superación, la normalización de la vida de una persona con Síndrome de Down. ¿Cómo logras en ‘Yo también’ comunicar este mensaje al espectador?

La película lo muestra por sí sola, pero no como algo heroico o épico, sino al revés, como algo alegre, optimista, con ilusión y muy vital.

¿Cuál es la experiencia más significativa que resaltarías de tu primera incursión en el mundo del cine?

He aprendido a trabajar en equipo y a meterme en las escenas, en las situaciones. No es fácil, nunca lo había hecho. Tenía un asistente que me ayudaba. He aprendido a interpretar un papel ficticio. Hay escenas en las que se refleja el dolor del personaje en las cuales he tenido que expresar sentimientos que realmente no sentía en ese momento. He logrado sacarlos, exteriorizarlos.

Cuéntanos, brevemente, en qué ha consistido tu trabajo en este filme desde que empezaste a ensayar, antes del rodaje, hasta hoy.

El proceso ha sido muy largo. Llevamos trabajando en esta película dos años y hemos pasado por lecturas del guión, muchos ensayos, improvisación, castings… todo ha permitido que la película madurara.

Y después de la película, ¿qué viene?

La promoción, que es lo más duro: ir a tantos medios de comunicación como sois. He tenido que ir a la radio, la televisión, Barcelona, Madrid, Sevilla… Llega a cansar mucho.

¿No es a lo que te quieres dedicar?

No, porque es un mundo muy duro que depende de la fama, del éxito, de qué dirán, de las críticas… No quiero implicarme emocionalmente en el cine. Prefiero un trabajo estable en el que pueda ayudar.

¿Con qué te quedas?

Con la cantidad de amigos que he hecho, especialmente con el equipo, en el que se ha creado una amistad enorme. Me quedo con los momentos que he pasado con ellos y, por supuesto, con el trabajo con Lola Dueñas nueva ventana, magnífico. Con ella he tenido una complicidad enorme fuera y dentro del rodaje y la amistad aún continúa y perdurará.

De todas las personas implicadas en la realización de ‘Yo también’, ¿quién te ha aportado más como persona?

Sin duda los directores, Antonio Navarro y Álvaro Pastor. Les conocí hace seis años y desde entonces hasta que hemos hecho la película se ha creado una grandísima amistad. Me han ayudado en todo el proceso: el rodaje, la promoción ahora… No los considero directores, sino amigos.

Daniel se enamora de Laura, ¿crees que una relación como ésta de una chica y un chico con Síndrome de Down se da en la realidad?

Es muy difícil, la verdad. Hay que ser realistas. Una relación entre un chico con Síndrome de Down y una chica normal depende mucho de la chica. Ésta, cuando aparece la disyuntiva, siempre se queda en el “sí, pero amigos”. Eso duele porque uno dice: “bueno, ¿y qué más da?”. Es decir, ella no da el siguiente paso. Es complicado, mucho. Además, sé que hay muchos chicos “normales” que, finalmente, nos quitan a las chicas también normales. Tenemos esa desventaja (ríe). La chica se puede enamorar porque enamorarse puede hacerlo todo el mundo, es universal, pero luego está la familia, que también pone reticencias, la propia sociedad, que también lo ve como algo insostenible… Es decir, la situación se vuelve difícil porque hay que superar muchas barreras.

Si la mayoría de las personas buscan afecto y vosotros sois los reyes del cariño, ¿cómo es posible, en tu opinión, que este tipo de relaciones no ocurran más frecuentemente? ¿Miedo, prejuicios?

Lo de los reyes del cariño, permíteme, es un tópico. No todos los Síndrome de Down somos maravillosos. Somos como el resto de las personas: hay gente más cariñosa, más borde, más o menos desagradable… No siempre estamos besando y abrazando. Buscamos cariño y afecto, por supuesto, pero también seguridad en la otra persona, estabilidad. Sin embargo, hay personas con Síndrome de Down que viven con sus padres, que no están trabajando y eso también hay que verlo. Ese aporte de seguridad es una batalla que tenemos que superar.

Probablemente, te gustaría saber si realmente esta cinta ha contribuido a normalizar la situación de las personas con discapacidad. ¿Te gustaría crear un blog o un correo electrónico para que personas con tu misma dolencia te contaran su experiencia tras ver la película?

La película hace pensar, que ya es algo importante, reflexionar en lo que se ha hecho o en lo que no. La concienciación viene después, cuando uno piensa. Es entonces cuando se puede tomar conciencia. La película, al menos, servirá para que quienes la vean, cuando salgan de la sala, piensen de diferente manera a cuando entraron.

Respecto a lo de los blogs, tengo un amigo en Málaga me ha creado en ‘Facebook’ un club de fans donde se expresan todas las madres que tienen un hijo con Síndrome de Down. Pero no me parece justo crear un blog porque no quiero rentabilizar la película.

¿Qué ha significado para ti ser galardonado con la Concha de Plata al mejor actor por este trabajo?

Un honor, no me lo esperaba en absoluto. Es algo gratificante, pero es el reconocimiento al esfuerzo que hemos hecho entre todos. Es una nominación a un proceso colectivo largo, a veces duro, y que se ha visto recompensando muy grandemente por la Concha.

El hecho de que te interpretaras a ti mismo…

Quiero aclarar esto. No me interpreto a mi mismo, realizo un trabajo. Lo mío es un esfuerzo de interpretación, ya que el personaje es ficticio, por tanto, es totalmente distinto a mí. Se piensan que dar vida a este personaje no me ha costado nada y esto es falso.

Entonces, el hecho de que interpretas a un chico con Síndrome de Down, ¿te ha facilitado el trabajo o, por el contrario, te lo ha hecho más difícil precisamente porque te sentías implicado y no podías desligarte del personaje?

Por supuesto que me he sentido implicado porque es la realidad de un chico con Síndrome de Down, con mis mismos sueños y deseos. Pero no soy yo, aunque sí haya elementos coincidentes como el hecho de que tenga una carrera, que está trabajando… El mundo interior de las distintas personas con Síndrome de Down no es el mismo, pero bien es cierto que es muy parecido.

¿Qué es lo más difícil que te ha resultado interpretar de tu papel o cuál ha sido el momento más duro?


Cuando tenía que expresar sentimientos, emociones… Son momentos en los que me desnudo afectivamente hablando y es realmente duro.

El año pasado confesaste en este mismo blog que después de esta interpretación cinematográfica acabarías tu segunda carrera y te dedicarías al mundo de la enseñanza. Y hoy, ¿qué piensa Pablo Pineda?

Quiero opositar para el Ayuntamiento de Málaga y, cuando pase un poco todo esto, quiero hincarle el diente a las cuatro signaturas que me faltan de Psicopedagogía. Quiero se maestro, orientador o algo que ayude a la integración del Síndrome de Down.


Como profesor, ¿cómo intentarías lograr modificar la mentalidad de la gente y el sistema educativo para integrar al colectivo de personas con Síndrome de Down?

Me acabas de hacer la pregunta más dura que me ha hecho hasta ahora ningún medio de comunicación. El sistema es el que tendría que cambiar. Por mi parte, tendría que estudiar e investigar qué posibilidades tiene ese niño (que eso el profesor no lo hace), qué es lo que sabe hacer y, a partir de ahí, intentarle enseñar lo máximo posible.

No se suele hacer de este modo, que es como yo lo haría. Hay que partir de lo que el niño sabe hacer. Habría que individualizar la enseñanza, pero armonizando a esa persona con el resto de compañeros. También habría que enseñar, cualificar, los distintos contextos: la familia, la sociedad… y esto es muy importante, porque la educación del niño no es lo único importante, sino la de los padres para que, por ejemplo, no sean tan proteccionistas. Es bueno que los progenitores vayan a un taller o escuela de padres para co-educarles.

Afirmas que la sexualidad es un tema tabú por lo que se refiere a las personas con Síndrome de Down. ¿Qué puedes contarnos al respecto para tratar de desmitificarlo y contribuir a que otros jóvenes como tú vivan una sexualidad sana y natural?

Hay que vivir la sexualidad de una forma placentera y no estar tan pendiente de la genitalidad. Lo genital no es lo importante en el sexo, sino el afecto, el cariño, la compañía… No todo es el acto.

¿Qué mensaje te gustaría trasmitir a todos los jóvenes con Síndrome de Down que ven en ti un ejemplo?

Que vivan su condición con mucho orgullo porque yo soy Síndrome de Down y a mucha honra. Así lo he dicho siempre y siempre lo diré. Tienen que vivir la vida como personas, como chicos jóvenes, acometer el presente, tal y como lo expresaban los latinos: ‘carpe diem’, aprovechar el momento. Tienen que salir, entrar, pasarlo bien y disfrutar.

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