Psicólogo y Terapeuta

lunes, 12 de marzo de 2012

Robots contra la depresión

Nuevo ejemplo de la absurdidad, de la voracidad en que la industria y la necesidad de negocio ha entrado en el mundo de la medicina, la salud, y la atención a la gente con problemas como mercado potencial al que se le venden productos, creando nuevas necesidades, tratando a la población como infantil o meros objetos de enriquecimiento.

Adjunto la noticia del robot terapéutico “paro”

Dicho artilugio se vende adornado con la parafernalia y glamour como del nuevo y sofisticado teléfono móvil que nos va a arreglar la vida.



Me parece una metáfora acertada de lo importante y vital que se consideran hoy en día las relaciones humanas y de como se subestima el simple poder terapéutico de dar un abrazo mientras sientes como los ritmos cardíacos de tu corazón se acompasan con los de tu compañero/a.

Desde este modesto Blog se pretende denunciar dichas prácticas y alertar a la población de su absurdidad. Si son ustedes personas mayores sigan haciendo sus actividades rutinarias para no ir perdiendo autonomía, vayan al parque a dar pan mojado a los patos o alpiste a las palomas, acaricien ese gato que pasea por su vecindario, cuiden del canario que le regalaron sus nietos o simplemente de un abrazo al panadero de toda la vida. Si esto no le funciona intente acariciar la tostadora o la aspiradora y dígale lo mucho que aprecia su trabajo. Si tampoco funciona cómprese el robot “paro” y vaya escampando por el barrio lo maravilloso del artículo, no vaya a ser que encima de tener problemas la gente crea que se gasta el dinero en tonterías.

En el país de la tecnología, los robots han acudido en ayuda de los afectados por el terremoto y el tsunami que devastaron la costa nororiental de Japón el 11 de marzo del año pasado. Paro, el robot de una cría de foca de pelo blanco y ojos negros, hace las delicias de niños y adultos en la ciudad de Kesennuma (prefectura de Miyagi), donde es utilizado para tratar el estrés y la depresión que sufren muchos de los supervivientes de la catástrofe, que dejó 15.854 muertos y 3.276 desaparecidos.

El muñeco de peluche automatizado está disponible para los residentes del poblado de viviendas prefabricadas temporales que ha sido instalado en un estadio de béisbol en esta ciudad en la que barrios enteros fueron pulverizados por el tsunami. Kesennuma es un importante centro de pesca de atún y de tiburón en la prefectura de Miyagi.

Paro emite chillidos, baja la cabeza, cierra los ojos y mueve las aletas cuando se le acaricia. También responde a los sonidos. “Es importante que los evacuados mantengan la comunicación. Esperamos que Paro la favorezca”, dice Kazuhiro Kojima, de 39 años, un investigador del Instituto Nacional de Ciencia y Tecnología Industriales Avanzadas, situado en Tsukuba (unos 70 kilómetros al noreste de Tokio), donde ha sido desarrollado. “En una casa prefabricada es muy difícil tener una mascota. Paro les proporciona una sensación de afecto”, asegura. Para muchos supervivientes, es un sustituto de los animales que perdieron arrastrados por las aguas.
Un año después del desastre, más de 340.000 personas continúan desplazadas, la inmensa mayoría en pequeñas viviendas prefabricadas. Muchas familias que antes vivían juntas están ahora separadas, ya que los jóvenes se han mudado a otras ciudades en busca de trabajo mientras los mayores permanecen cerca de sus pueblos en estos asentamientos temporales.

Tras el terremoto de Kobe (capital de la prefectura de Hyogo), en 1995, se produjo un fuerte aumento de casos de depresión y trastornos mentales, una de cuyas causas fue la pérdida de vivienda. La situación se está repitiendo ahora, según algunos expertos. Las comunidades se han roto y muchos ancianos, alejados de su entorno, sufren ansiedad y depresión, hasta el punto de que los suicidios y los casos de demencia senil han crecido.
Entre los ancianos, alejados de su casa, aumentan los casos de suicidio
Los organizadores de la terapia, que tiene lugar en una pequeña, pero acogedora, casa que se puede desplazar sobre ruedas, ofrecen otros artilugios electrónicos, incluido un autómata al que llaman El profesor de estiramientos y un robot para lavar la cabeza, que tuvieron en pruebas dos semanas. Kojima dice que espera que los autómatas ofrezcan una oportunidad a los supervivientes de reconstruir sus comunidades, para lo cual es muy importante el apoyo mental.

Los tratamientos con robots no son nuevos. Paro ha sido ya utilizado como terapia de mascota, un método de cura que se emplea desde hace años en los hospitales y los servicios de cuidados de ancianos, contra la depresión y la demencia. Cuando se le pregunta por qué han elegido una foca en lugar de una mascota más corriente, responde: “Intentamos con un gato, pero los niños esperaban del robot la misma reacción de un animal real”.

La casa rodante en la que han instalado el centro de terapia puede ser desplazada donde haga falta en caso de emergencia. Utiliza bombonas de gas para generar electricidad y está conectada a una planta de tratamiento de residuos, también móvil, que permite gestionar los desechos del cuarto de baño. “Si ocurriera algo en Tokio, podríamos colocar estas unidades por todos lados”, dice Kojima, en referencia al Big One, el gran terremoto que los expertos prevén que se produzca en la capital o en el sur del país antes de 30 años, debido al empuje y movimiento que están experimentando bajo Japón las placas tectónicas del Pacífico y de Filipinas.

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